El puto desamor

 

 Me cago en la hostia, cómo duele. Y fíjate que no es la primera vez.

 Lleva doliendo meses. Porque lo peor no es que te rompan el corazón de un día para otro, lo peor es que lo hayan ido haciendo lentamente, sin compasión.

 Prefiero que me quiten la tirita de golpe, sin miramientos. Ya está, de un tirón. ¿Qué es esto de ir despegándola poco a poco? Somos masocas. Sabemos que la tirita hay que quitarla, sabemos que está de más, pero nos gusta tanto, nos hemos acostumbrado a ella, que queremos dejarla ahí.

 Me duele. Se ha abierto la herida que tenemos todos: el puto ego. No me quieren y lloro. Soy una puta niñata.

 Dejarlo no es lo peor. De verdad. Lo peor es darnos cuenta de lo mal que nos han querido. De que nos han hecho sentir como una basura.

 No he merecido sus piropos, sus halagos. No merezco una mirada directa a los ojos acompañada de un “qué suerte tengo de tenerte”. No merezco un “estás especialmente guapa hoy”. No merezco besitos en la espalda mientras duermo, que me miren con ojitos de adolescente enamorado.

 ¡Qué coño no lo voy a merecer! ¡Merezco todo eso y más!

Merezco que me amen. Que se mueran por mí. Que me correspondan. Que me contesten a los mensajes sin sentir que soy una puta carga. Merezco todo el amor que doy. Merezco sentirme llena, acompañada, apoyada, respaldada. ¡Merezco todo eso y más!

 

¡Qué digna!

 

Pero me duele. El dolor no se va. Me duele el corazón, no ha habido un solo día en el que no me ahogue entre mis lágrimas pensando en las palabras que podría haber dicho y no dije. O, ¡qué coño! en las que dije y no se merecía. En las que él no dijo, porque ni siquiera las pensó.

 Estoy triste, estoy enfadada, estoy frustrada. He pasado en dos semanas por todas las fases del duelo como trescientas ochenta y cinco veces. De repente estoy eufórica y un recuerdo viene para no irse. ¿Qué haces riéndote? -Parece que me dicen al oído-  No has sido suficiente.

 

Bah. El tiempo lo cura todo. El tiempo se encargará de borrarle. El tiempo se encargará de devolverme el brillo, la frente alta, la espalda recta, la mirada limpia, la sonrisa eterna. Y espero mirar atrás y pensar "Qué suerte tengo de tenerme. Estoy especialmente guapa hoy".

 

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